Te elevas lentamente como el humo
y yo me quedo aquí más solitaria.
Te vas desapegando de las cosas,
de la rutinas huecas de la vida.
Piensas, piensas… por qué este
sufrimiento
al final de esta etapa, por qué a ti.
Y yo te veo elevarte, inalcanzable,
fugaz, frágil, como una densa nube
transita lenta por el firmamento,
sin dirección ni rumbo, sin frontera,
sin dueño ni obstáculos, sin confines.
Me quedas solo aquí, en la memoria
de las cosas que emprendo cada día,
y tus besos son aire que recuerdo
y tus palabras parte de mi vida.
¡A quién le contaré mis experiencias!
¡A quién preguntaré cuando las dudas
irrumpan en mi mente sin respuesta!
¡Y quién me guiará en la oscuridad
cogida de la mano y protegida!
¡Eres como una vela luminosa
que consume su cera lentamente
para alumbrarme siempre en el camino!