FOTOGRAFÍAS RMRF
(A mi adolescencia)
Nada queda de ti, ya te marchaste,
contigo fueron todas mis palabras,
este poema quedaría sin versos
para expresar lo que duele esa ausencia.
En este corazón deshabitado
habito solo yo, conmigo mismo,
las rosas me saludan para hablarme
en mi florecen cada primavera.
Un año más, con rosas en mis manos,
teñido de recuerdos abatidos,
minado de distancia y de silencio,
de algo también disperso en el olvido.
Ignoraré palabras aprendidas
y buscaré sin ti sonidos nuevos,
otro rostro dibujaré en mi cuerpo,
en el que la certeza siempre habite
y entregaré mi corazón de nuevo
sin reservas, como esa vez primera.
Nada queda de ti
pero en mi mente
fugazmente apareces dibujada
entre risas y sueños extinguidos,
en papeles plagados de recuerdos.
Sabes… ya no me
sirven para nada
las ganas de volar, aquellas dudas,
tampoco este momento de nostalgia.
Contado estaba tú tiempo, por eso
como leve tormenta te alejaste.
Nada queda de ti, salvo memoria,
brumas atrás, ya lucen las estrellas,
hoy otra vez vuelve a brillar la luna
que ilumina de nuevo mi ventana.
Las rosas ya sonríen a mi paso,
me regalan su aroma y su color,
ya no hieren mi mente sus espinas,
no queda nada salvo el tiempo roto,
perdido, irrepetible y extinguido
que traspasa mi cuerpo sin herirme.
Nada queda de
ti, excepto un rastro
de aromas,
nombres y fotografías,
de palabras que quieren ser poema,
guardadas en dos cajas polvorientas
en el desván cerrado del recuerdo.
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