Una cucharada de canela,
medio vasito de miel,
medio de azúcar moreno,
endulzan tus ojos negros.
Un pellizco de romero,
una brizna de tomillo,
y el aroma a hierbabuena,
me guían por tu sendero.
Tus labios de chocolate,
de mermelada tu cuerpo,
y tu mirada de fuego,
me llevan hacia tu puerto.
Eres príncipe de fuego,
estela que sigo a muerte,
el faro de mi velero,
el capitán de mi suerte.
¡Por ti, me
muero, me muero!
Y resucito de nuevo,
cuando pasas a mi lado
y me miras con deseo.
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