Florecen los almendros en mi
pueblo
y no estoy para verlos.
Sus hojas de algodón
adornan mi ventana.
Al igual que los suyos,
en el suelo se esparcen
sus blancas florecillas
marchitas por el sol.
Las mariposas danzan
y la luna es más bella.
Los almendros me anuncian
la fugaz primavera
que en mi pueblo reviste
los campos de verdor.
Florecen los almendros en mi
pueblo
y no estoy para verlos.
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