miércoles, 6 de diciembre de 2017

AUTORRETRATO






Pese a mis muchos años, aún sigo siendo niña,
la niña temerosa que se buscaba en todo,
que volaba colgada de la imaginación,
siempre con un dibujo, con un sueño, un poema,
los ojos y la risa puesta en el corazón.

Y recuerdo mi infancia feliz junto a los míos,
la risa de mi madre y de mis tres hermanos
y de mi padre siempre, su firme protección,
en una tierra extraña de cálida acogida.
Mi juventud, mi hijo que crecía deprisa.

Barajando recuerdos que saqué de un estuche,
encontré mil dibujos, un libro de poemas,
una pluma con tinta que creía perdida,
un cuaderno que hablaba de mis sueños perdidos,
mil promesas escritas que debía cumplir,

una carta doblada, para el paso del tiempo,
hojas de algún otoño, un pétalo de rosa,
un fósil, una piedra, un recuerdo fugaz,
siempre guardando todo para luego tirarlo
cuando los sueños rotos se me despedazaban.

Pero siempre en el fondo, soy niña sin remedio
y me encanta jugar a interpretar las nubes,
adivinar colores y olores de las rosas,
a  barajar palabras y componer poemas,
a pintar de colores mis sueños en un lienzo,

a enumerar estrellas, a contemplar la luna,
a recorrer las playas agradeciendo al sol
su calor y su abrigo. Aunque a veces decaiga,
aunque a veces me duelan los golpes de la vida,
porque al fin me levanto. Aunque duelan ausencias.




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