Al sol tus torres morenas
doradas como la miel.
La música de tus fuentes
golpeándome en la sien.
Frondosos y verdes árboles
que de sombras llenan sendas
y cubren con su frescor
el ascenso a tu alcazaba.
Al aire tus altas torres,
con jardines de agua y rosas
y ese encaje de paredes
que han tejido en tu interior.
De mil historias y cuentos
tatuadas tus paredes.
Emerges alta y morena,
entre cipreses y árboles
y una nostalgia de ayer
se adivina en tu interior.
Por tus ventanas diviso
Albaicin y Sacromonte,
sus blancas casas de cal,
su miradores, su gente.
Palacio rojo, tu nombre.
Cuando en el atardecer
te acaricia el sol poniente,
no hay otra joya en Granada
que desprenda tanta luz.
ATARDECER
EN LA ALHAMBRA
Atardecer en la alhambra
bajo este sol de poniente
entre anaranjados muros,
y el rumor de sus acequias,
es habitar el edén.
Y cuando se oculta el sol,
llega la luna crecida
a pasear sus veredas,
a besar todas sus fuentes
y esconderse en sus esquinas.
Atardecer en la alhambra,
entre el rumor de sus árboles,
entre el frescor de sus fuentes,
es tocar el paraíso
sin abandonar la tierra.
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