jueves, 28 de abril de 2016

LA NOCHE


Una noche estrellada como nunca hubo otra,
miraba las estrellas que el cielo recorrían,
cruzaban distraídas jugando con la luna
y a mí me parecía que a bailar me invitaban.

Yo caminaba a tientas mirando su fulgor,
la luna se mostraba con su cara más llena,
las sombras de la noche parecían más sombras
y toda esa belleza, mi memoria grabó.

Mi pueblo tiene un cielo, negro como las penas,
oscuro como el mar si de pronto enfurece,
pero en él “Las Perseidas” a soñar te convidan,
y la luna te invita con ella a pasear.

Cuando regresa el sol, de radiante furioso,
con su calor te abraza y te inunda de luz,
y el viento te acaricia donde quiera que vayas
y su cielo azul puede a la noche anular.

Siempre echaré de menos, algunas alamedas,
algunos pinos verdes donde buscar la sombra,
algún rio hacia el mar con destino fluyendo
y algún monte cercano en el que caminar.

Pero las noches son más grandes aún si cabe,
y en toda su llanura, mi pueblo resplandece,
y con el aire llegan las aves pasajeras
que a su altura me llevan con ellas a volar.

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