jueves, 28 de abril de 2016

MUERE LENTAMENTE


Mi pueblo necesita que fijen en su nombre
la ayuda necesaria para poder vivir.
Sus soportales caen y sus casas perecen
por falta de una ayuda que a sus arcas no llega.

No hay pinares, ni ríos que naveguen sus campos,
ni otra atracción que pueda su belleza mostrar.
Solo una bella ermita que de lejos anuncia
que en su falda, su gente apuesta por la vida.

Todavía retiene esperanzas remotas
de que un día cercano abarroten sus calles,
niños, mujeres, hombres, construyendo caminos
que le lleven a ser un “pueblo primavera”.

Restan pocos olivos de verdes plateados,
                                   árboles que su sombra complacidos regalen,
y aún su campo se viste de verdes esmeralda
esperando semillas cuando llega la siembra.

Cuando mis pasos vayan, cuando vuelvan mis pasos,
que te encuentre florido, blanco como algodón,
no vaya ser que un día, cansado de morir,
tu espíritu naufrague entre lejanos vientos.

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