Goya con su altivez
de aragonés de raza,
sombrero copa en mano
y bastón en la otra,
observa como nadie visita
sus Desastres, ni los Fusilamientos
ni siquiera sus Majas.
Aunque una de ellas,
La desnuda, se apoya
insinuante a sus pies.
El pintor siempre solo,
con mirada hacia el frente,
desafiando al mundo,
no ve pasar a nadie,
su sordera esta vez
no le engaña ¡Silencio
es lo que escucha el genio
y pájaros cantar!
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