mi cuerpo aprendió a golpes
el dolor de tu ausencia,
sangraron mis zapatos
de correr en tu busca,
y ya no me interesan tus palabras
rodeadas de hielo,
porque caen como hojas
de un árbol que está seco.
Hoy creo que amo a ese,
que me regala sueños
y queman sus palabras
avivando la llama.
Y el amor en su rumbo
ha completado el circulo
que dejaste incompleto.
Y tu inmóvil sonrisa
se congeló en el tiempo,
cuando desde tus ojos
me decías adiós
y sentí que la muerte
visitaba mi vida.
Hoy mi piel es frontera
de tus manos vacías
pues ya no brota sola
ni siquiera una lágrima,
y un mundo intemporal,
sin ayer, sin hoy, sin mañana,
es tu único refugio,
ahí donde los sueños
se me hacen pedazos.
Pero él es la antorcha
que ilumina la noche
y vence al desamparo.
No deshace promesas,
camina a mi costado
con la luz de una vela,
y brotan nuevas alas
a este corazón vencido.
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